El proceso de globalización ha sido el principal factor que ha propiciado que la delincuencia avance a un campo internacional. Esto se debe a los avances tecnológicos que han facilitado los flujos de comercio e inversión de un país a otro, o de un continente a otro, y al papel que los Estados han jugado respecto a estos nuevos cambios, como el autor Daniel Sensó Rubert en su artículo "La internalización de la delincuencia organizada" declara que:
Dentro del ámbito de las relaciones
internacionales, varias han sido las transformaciones sufridas en los
procesos de mundialización. En particular, cabe destacar la reconsideración
del papel de los Estados, su permeabilidad territorial a través de sus
fronteras y la difuminación de las barreras entre los ámbitos de Política
Exterior e Interior, circunstancias que han posibilitado el aumento del
radio de acción de grupos no estatales que, cada vez en mayor medida,
comienzan a representar un nocivo papel en los asuntos internacionales.
Actualmente en muchas partes del mundo, el mal gobierno, los conflictos civiles y la facilidad de adquisición de armas ligeras, han llevado a un progresivo debilitamiento del poder del Estado y de las estructuras de control social. Los grupos delictivos sí tienen una sólida estructura dentro de su sistema y un modo de operar establecido estratégicamente por lo que ellos son los tienen mayor influencia sobre la población.
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